jueves, 19 de marzo de 2009

Un poeta caratejo de la tierra




Manos en el fuego

Un poeta caratejo de la tierra

Jaime Jaramillo Panesso

En Titiribí, El Zancudo no es un insecto, sino una mina. Y una mina de oro que hizo fama en la época en que los antioqueños vivieron del oro, metal que persiguieron los conquistadores españoles hasta terminar anclados sus descendientes a estas breñas. Titiribí es nombre de cacique indígena y hoy es un municipio con cuatro mil habitantes en su cabecera, que tuvo un esplendoroso pasado. Se refleja en el edificio de la administración municipal, diseñado por el arquitecto belga Agustín Goovaerts, y el Teatro-circo Girardot, plaza de toros en miniatura, gallera y foro múltiple de la cultura local. Por sus empinadas calles caminó de niño, por que allí nació, Santiago Vélez Escobar, alias El Caratejo, poeta bohemio, trovador y tiplista, repentista y ciudadano solterón que vino a ese lugar en el año de 1900, el mismo pueblo que declaró como hijo suyo a Ñito Restrepo, el legendario trovador que competía con Salvo Ruiz, haciendo honor a la inteligencia silvestre de los habitantes del suroeste de Antioquia.
Trasladado a Medellín, hizo nido literario y compinche intelectual con los bardos del entonces mundillo de los escritores exóticos en un entorno de comerciantes y caballeros de industria y talleres, de burócratas y músicos de instrumentos de cuerda. Por estos últimos se hizo letrista de bambucos como “Al calor de tu afecto” que reza: “Cuán grata hubiera sido la vida mía/ al calor de tu afecto, linda morena, / si no hubieras sembrado tan honda pena/ en mi pecho cobarde tu rebeldía.” Música del maestro Vieco.
El Caratejo Vélez siempre despertó simpatía entre sus amistades por su buen humor y su acicalada soltería. Entre sus contertulios se distinguían Tartarín Moreira (Libardo Parra Toro), Julio Vives Guerra (José Velásquez García) y Pablo Restrepo López (León Zafir), mientras entre los abogados lucía sus versos bambuqueros Benedicto Uribe. La nota alta en su obra la puso El Caratejo Vélez con su compilación participativa a varias manos de un pleito amoroso que denominó La Demanda, donde con un grupo de poetas amigos, solicita ante un juez, en forma de sonetos, la solución legal de una inquilina que ocupa su corazón: “Hace un año, Señor, estoy queriendo/ con todo el corazón a una mujer, /hace un año que en él esta viviendo/ y no quiere pagarme el alquiler”. Estrofa más adelante dice: “Tu que eres juez justísimo y severo, /haz que me quiera como yo la quiero/ pues pierdo la paciencia y la razón. /Y si no me concedes lo que pido, / ¡préstame el policía del olvido/ para sacarla de mi corazón!”
La contestación a la demanda, el alegato de la acusada, la sentencia primera, la apelación, la casación, la sentencia final y la conclusión configuran cada uno un soneto de distinto autor, como en la sentencia que señala:” Como juez, yo sentencio que te quiera/ si no quiere pasar por una fiera/ que mata la paciencia y la razón./…..Sentenciar para ella no vacilo/ perpetua reclusión en el asilo/ o pena capital: el matrimonio”.
Dueño de una gracia especial, con retruécanos, décimas y carcajadas, Vélez Escobar ejerció su oficio trovadoresco en la plaza de Envigado y en círculos de mineros, agricultores y artesanos que alentaban su vida de trotamundos municipal. Enfermo de los ojos, lo operó con éxito el Doctor Augusto Estrada a quien le dio de ñapa esta décima: “Cuando Augusto está operando/ de manera satisfecha/ va tarareando una endecha/ o un bambuco va silbando. / Y cuando está terminando, / aunque la pupila cruja, / algo su mano la embruja/ por que sin meter la pata/ opera una catarata/ en el ojo de una aguja”.
En Antioquia se le dice caratejo a quien tiene en la piel un tipo de manchas con visos distintos, algunas producidas por la bacteria treponema carateum, aplicándose igual denominación popular al paciente con vitiligo. Santiago Vélez Escobar murió en l955.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Siete sonetos bajacanes y una canción encaletada


Siete sonetos bajacanes

y

una canción encaletada


Jaime Jaramillo Panesso


Nota Introductoria


"La palabra en movimiento" es huella que circula entre el pueblo, reinventa y se transforma con cierta velocidad que las circunstancias le imponen. Esas palabras no están en los diccionarios convencionales, pero son estudiadas por especialistas y recopiladas en diccionarios extraños a la luz del habla "culta" y aristocratizante. Casi todos los pueblos, y en especial las grandes ciudades, tienen un léxico que les es peculiar. Como ejemplos podemos tomar los siguientes: en Portugal el calao, en México caliche, en España los gitanos hab­lan en caló, en Chile el coa, en Brasi1 el gíria, en Argentina el lunfardo, en el Perú la replana, en las comunidades del sudoeste de los EE. UU. el pachuco.
En Medellín existe también un léxico popular, en buena parte creación de las gentes de prisión y de los bajos fondos, como ocurre de similar forma en los demás países. Durante los años sesentas un personaje, "el camaján", simbolizó una manera de hablar, de caminar y de enfrentar la tradición de la ciudad. Caracteri­zaba al camaján el uso de la mari­huana, la misma que adquirió por es época cierto status social entre intelectuales y universitarios. Años después ese léxico fue recogido por el "Diccionario de los Mariguaneros" de Germán Suescún y Hugo Cuervo. Luego del camaján apa­rece otro personaje que simboliza al emergente del narcotráfico y a esa constelación de individuos que por razones de negocio, amistad o imita­ción se relacionan con él. Es "el ba­cán". El término proviene del lunfar­do: "adinerado, de buena vida". Mas el origen de bacán se encuentra en el genovés "baccan" que significa patrón, y con esto queda dicho bas­tante. De tal manera que hay un empalme entre el léxico marihuanero de los años sesenta y el de los bacanes de los años ochentas.
El vocabulario jergal nace entre sectores y "gremios" de gentes mar­ginales, delincuenciales las más de las veces, que tienen la necesidad de co­municarse entre sí en cualquier mo­mento, aún en presencia de sus pro­pias víctimas. El objetivo del argot es ser una expresión de carácter reser­vado. Encubre con astucia lo repre­sentativo a la colectividad criminosa. Pero esas voces, por su colorido, su dinamismo y originalidad alcanzan las más altas capas de la sociedad en el habla coloquial y familiar y con el tiempo pierden el sabor de su ori­gen perdulario.
Un rasgo característico del argot delictivo es la riqueza de sinónimos que son creados por las múltiples situaciones e imágenes que desean expresar. El lenguaje básico de quien emplea la germanía es el idioma or­dinario, lo rige la misma sintaxis y no pierde los artículos, preposiciones ni conjunciones. Pero la jerga sí sus­tituye los adjetivos, los sustantivos., los pronombres y los verbos y adop­ta palabras y locuciones de su propia creación.
Normas hay para indicar la ma­nera de componer el léxico popular y delictivo: 1. Alteraciones fonéti­cas ya sea por inversión de sílabas, por eliminación de alguna de ellas o por adición de una sílaba diferen­te. 2. Formas de representación sen­sible o sugestiva, para las cuales crea onomatopeyas, paronomasias y me­táforas. 3. Personificaciones donde se usa el nombre de una persona para reemplazar una afirmación, un sustantivo, un verbo. 4. Neologis­mos y arcaísmos también hacen par­te de esta retorta de términos jerga­les.
Si Ramón Gómez de la Serna afirmó que "la palabra no es una etimología, sino un puro milagro", igual cosa podemos decir del habla popular de Medellín, la del cama­ján y la del bacán, la del gamín que la construye en las aceras, la del pre­sidiario, la del ladrón y la del pi­pero.
Hemos querido construir, con par­te de ellas, pequeñas historias y des­cripciones de nuestra realidad coti­diana y popular, algunas en forma de sonetos, en homenaje a quienes tienen la frescura creativa y el origi­nal invento de la palabra, la que siempre ha surgido del pueblo anó­nimo, ya en Atenas, en Roma, en Buenos Aires o en el barrio La Bayadera de Medellín.



ASALTO


Yo estoy armando un combo poderoso
que se sienta en Bellavista y la Picota.
Todos mis hombres serán como una roca
y para un roca veloz dará el negocio.

No me gusta el mandril ni su carátula,
ni su pinta periquera en la garganta.
Me gusta en cambio el mancito que en la cana
se calla aunque lo pique una tarántula.

Borra, entonces, de la lista ese sardino
y búscate un man con pelos en el pecho,
que tenga chapa sana, aprecie el vento
y ayude a coronar sin hacer ruido.

Encontremos una moto encilindrada
y a los duros alquilemos varios fierros.
No se achique, hermanólo, venga y vemos
cuántos son los guachimanes de la cuadra.

Así planeaban sus trofeos los malevos
en un feca, sin saber que los seguían.
Una paciente acongojada, al policía,
le contó sus dolorosos de otros tiempos.

La bajaron de amague en su cantina
y a muchos clientes les dieron burundanga.
Les picó arrastre, entonces, la catana
haciéndoles creer que era otra pinta.

Pensó la bandola que chupaban mirdo
los dos guachimanes que marcaban turno.
Con un changón se armó el jefe del grupo,
cubrían motos y truenos a los cinco.

Apenas uno de ellos llegó al hospital,
mientras en la cárcel se acuerdan de aquel
que se transformó en prisco y murió en la sartén
de un restaurante que quiso asaltar.
….


FÁLCETE


Antes que la élite lo volviera añico
era mágico teso que vendía perico.
Nada quiso estudiar y se lanzó a la vida
de vago, frenteador, malevo y homicida.

Una fiebre de moto lo cogió de chico.
Por mucho que apretaran no aflojaba el pico
en las instalaciones de la poli-sida:
pillado estaba por su pinta conocida.

Para ahorrarse chumbimba se metió a patrón
y en un barrio de ricos montó una caleta.
Pero, pobrecito el hombre, se volvió faltón.

Hasta la hembrita cuca que era una
avioneta lo dejó. Mármol y oro son puro cuento.
Aquel polvito blanco se lo llevó el viento.
….


CREYENTE


Con un fierro niquelado hasta la cacha
y unas ganas de encontrarse esa muchacha
va en camino por la calle sin asfalto.
Es malevo avecindado allá en lo alto

y se pilla con su manca para el centro,
creándose un negocio que por dentro
le quita el filo y le adormece el ojo,
mas si lo corona compra un mazda rojo.

Estira pupila. ¿Dónde está su llave
que le tiene el dato para entrar al banco?
Se cayó su parce y se quedó sin clave.

Pilas malevos. Se salva de la muerte.
Velas a la virgen, vicio en el barranco
y con una misa limpiará su suerte.


VIDEO

Jugábamos al fútbol en la lleca
con tachos duros y balón caliente,
mientras un cucho trabaja al frente -
puliendo suelas y la olla seca.

Cantábamos el gol y en la caneca
vidriosa del expendio de aguardiente
le batíamos a un ñero de repente
el frito deshonor de su pecueca.

Hoy en la tarde me ligué un video
y pienso en mis tardes de gallada,
en el balón que le quebró el deseo

al jíbaro torcido que un trabuco
le puso a resoplar en la quebrada
mientras un tombo le apañó el basuco.

..

TRANCERO

Un gallo de pelea resultaste
después de crecer en la comuna.
Y fuiste derrotando, una a una,
la racha maldadosa que compraste.
:
La metra disparabas, y en contraste,
tu boca no gagueaba. Y enlaguna
lanzabas a la jura una fortuna
después de cobrar como cobraste.

El juez del dos y medio te dio alcance
y a punto de agarrarte descubrieron
el plante y el surtido de tu lance.

Un parolín y todos te cayeron.
Los tiras tu guapura no creyeron
y mal herido sólo pides trance.
..
NOVIA

Un numerito que encontré en el parque
me estaba vacilando por mi pinta.
Me puse mosca antes de marcharme
pero antes de irme la dejé prendida.

Le eché bezaca para conquistarla
en la próxima ronda por la esquina.
Limpié mis tenis p'a bailarle salsa
con pasos suaves y misaca limpia.

Aquí la espero con mi parce amigo,
—viejo canero que dejó el bareto—
a dar visaje y a charlar conmigo.

Tiro pupila para las ventanas
en el instante en que nos gritan ¡quietos!
¿Ahora qué hago en esta puta cana?

……

CUENTA

(A la manera de Roberto Selles)

A ese bailetín pedí la entrada
de movida, no más. Jamás en broma.
Y es de amigos, ¿sabes?, que uno en la loma
aprende a fuleriar de una mirada.

Otras veces, con chica abacanada
exhibiendo sus bambas y candongas,
arrugando el pinriel en la milonga
me sentí como un varón sin mi pelada.

A la lata bailabas a mi lado
y otro man marcaría calavera
si quisiera quitarme lo bailado.

Pero sano he regresado a este caspete
con mi pinta, mi trueno y mi cartera
a demostrarte por qué soy casquete.