viernes, 27 de febrero de 2009

Cacho Castaña


Cacho Castaña

Para doña Irene Nieto

Víctor Bustamante

Cacho Castaña fue capaz de reinventarse él mismo. Me explico: los cantantes de la pasada Nueva Ola se fueron diluyendo debido a que no se sobrepusieron a los primeros éxitos de su carrera, en su etapa de madurez. Además, parece que el público nunca aceptó otras canciones de ellos con las cuales se identificaron cuando jóvenes. No hay nada más cruel que uno envejecer con los ídolos de juventud, se vuelven cercanos y el aura del mito se pierde.
Eso ha ocurrido con los grandes baladistas de Argentina: Sandro y sus canciones, -aunque también cantó algunos tangos-. Leonardo Favio, Piero, Tormenta, para citar algunos. Sus canciones aun son frescas y pareciera que representaran un tanto la vida creativa de sus autores así como el momento en que sus fans los habían establecido como sus mitos. Pero la dictadura del marketing necesitaba otros caminos que son complacientes y fueron relegados.
El caso de Cacho Castaña se sale de la norma. Baladista como sus contemporáneos, nunca tuvo el éxito de ellos. Simplemente sabíamos que ahí también estuvo casi de soslayo, al menos por estos pagos, por Medellín me digo, pero si estuvo Cacho con una canción, una balada alegre, Quieren matar al ladrón, y unas dos o tres más. Letras triviales y música pegajosa que no era más que una larga preparación de Castaña para decantar su espíritu creativo, camino sus tangos posteriores y convertirse en ese gran autor y en ese inigualable cantor de tangos actual. Siempre el tono tan personal lo evidencia.
Pero así como de los grandes baladistas sabíamos de sus escasas reapariciones o de su nueva discografía, el caso de Castaña es el otro extremo. Si bien él había empezado con el tango antes de volverse baladista que era la moda, al dejarse crecer las patillas como Elvis, dejó de lado su cercanía; el tango, de tal manera que al volver, después de un rodeo de unos cuarenta años por estas músicas lejanas, él lo hace con una fuerza como si volviera a recuperar el tiempo perdido cuando se suponía que el tango simplemente estaba ahí ante al avasallamiento del sonido anglosajón.
El primer tango que escuché de Castaña, “Garganta con Arena”, es tan lejano a todo lo que él había compuesto que era difícil de creer que era su autor. ¿Cómo, un baladista componiendo tangos?, ¿reinventándose a la ligera? Estaba equivocado, regresaba con todo el furor creativo en su edad madura.
Esta simbiosis es extraña en algunos artistas que no soportan crecer, Rabito es el ejemplo, después de cantar canciones de amor se vuelve corifeo de una secta religiosa donde cambia de opinión como si le diera miedo crecer. Lo mismo con el inigualable Jerónimo, es penoso escucharlo cantando canciones del mismo corte.
Castaña, fue atrevido, volvió a las calles de su ciudad de la mano del tango. Soy Cacho de Bueno Aires lo atestigua, ahí está el cantante de cuerpo presente. Es como si nos dijera un relato de su trasegar. Tango autobiográfico narra el que hacer del soñador y de sus fracasos, el de ser el imposible galán, y el de abandonar la droga, y sobre todo el de ser Gardel, mientras Buenos Aires, sabemos, quo no está como telón de fondo sino como una presencia.
Durante el concierto del 2008 en el Luna Park, una lluvia de confeti cae sobre el escenario acompañada por los aplausos que aman a Cacho de bufanda blanca sobre los hombres, Wilde de la noche, como si fuera un mago en uso de buena presencia, que ha trasvasado su carácter de baladista melenudo a cantor de tangos, porque él le da una nueva estatura al tango: volver a las letras personales, y a cantar, como él afirma, que el tango se dice no se canta.
Ahora me refería a “Garganta con Arena” donde Cacho Castaña adora a Goyeneche y creo que es uno de los últimos tangos donde un cantante le hace un homenaje a otro, y asi mismo recuerda las calles de Buenos Aires donde escuchan un tango, ese tango donde se homenajea al cantante, Goyeneche, que comienza a morir.
Luego, le compone un bello tango a Adriana Varela, La gata Varela, una demostración de que el autor es alguien vivo que define a través de Adriana Varela su definición de lo que es el cantor de tangos.
Cierto, Cacho le ha dado un aire nuevo al tango. Cacho regresa a los grandes cantantes, a los que lo dicen no a quien lo canta con voz altisonante. Sus tangos van acompañados de la guitarra eléctrica como para no perder esa pincelada de que alguna vez fue baladista para decirnos que Cacho es ante todo un señor del tango.
Los tangos de Castaña se acercan a la balada, en ellos suena una guitarra eléctrica, una batería y un insobornable bandoneón. No sé si se pueda hablar de tango puro o del facilismo de la fusión, para elaborar un tango “moderno”. (ésta discusión hay que aclararla). Sus tangos no tienen ninguna otra innovación técnica para sacarlo de la nomenclatura de lo tradicional con ese ánimo vindicativo de los que quieren un tango diferente. Nada de eso, Cacho suena a algo anterior, que uno no sabe qué es, pero que cuando se cae en cuenta es que sus composiciones tienen toda el aura del tango impreso en ellas, un sabor clásico, y sus interpretaciones la fuerza, iba a decir, como de Goyeneche y el silabeo de Castaña, eso, su sello personal.
Café la Humedad la interpretó Goyeneche, el ídolo de Castaña, como si fuera un tango tradicional donde se cuela el farfullar de un bandoneón y donde nos habla de una tarde soleada de soledad y de silencio.
Cacho es fuerza, originalidad, y presencia. Amo sus tangos viscerales porque sé que detrás está un autor, su voz que se desgarra en una calle y en un instante que no hay farol que lo alumbre.
Así Cacho Castaña.

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Tangos de Cacho Castaña

CACHO DE BUENOS AIRES - LUNA PARK 2008






martes, 24 de febrero de 2009

Fabio Antonio Pabón Márquez


Fabio Antonio Pabón Márquez
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" Curandero Tango"
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CURANDERO TANGO.

Peregrino en el frío de la noche,
Camino por la orfandad de mis delirios,
Y el invierno de la pena me acongoja,
Y al proseguir errante
" se arrastra poco a poco el corazón"
Y golpeo en las puertas de la vida,
Pero esas puertas desiertas no me abren.
Y cansado de soledad prosigo herido,
Como sombra viajando en el vacío,
Sin la hoguera de un amor que me acompañe.

Pero suena mi alma de poeta,
De que llegara entre corolas la ocasión,
Cuando el Tango que es brujo y Faraón,
El curandero, el curador de la tristeza,
Me abre el portón de la ilusión.
¡Para curar mi locura de bohemio!
Con su jarabe que sabe a bandoneón.
...
PARA GARDEL

Se vestía de negro mi Tanguero y entre suspiro y Tango
Escribía poemas de esperanza que guardaba en los albuns del recuerdo.
Y en noches de luna bandoneaba tratando de enternecer las arduas penas.
Y entre mates de embrujo la nostalgia milongeaba por el dolor del alma.

Traía la luz del sol en su mirada y perfume de Pampa en el aliento
Y era preciosa su sonrisa que incendio de pasión al sentimiento.
Mi Tanguero era un Dios, la extravagancia del Tango,
La aurora, poesía, la música infinita que complementa al verso.

En Medellín del alma,
Lagrimeando por las rutas que dejo su silencio,
Lo recuerda diariamente el corazón de la bohemia,
Y en el jardín del tiempo, lloran la pena de su adiós las azucenas.
Mi Tangero es eterno!
...
RECUERDOS DE MI TANGO.

Verraco estaba el Tango, el glorioso de mi barrio!
En Medellin, Colombia quemaba al corazón,
Perdido en las promesas que hicieron tus palabras,
Allí baile yo el Tango de mi primer amor.

En un rincón del alma hoy traigo los pesares,
Las penas, las angustias, que el tiempo me dejó,
Por eso quiero Tango dejar en tus portales
Recuerdos de otros días para tu bandoneón.

Te busco en el silencio, yo trato de encontrarte,
De revivir las horas que el viento se llevo,
Te busco en el silencio, de nuevo para amarte,
Para entregarte Tango la fe del corazón.

Con lágrimas imploro la luz de tu presencia,
¡Hay! no me dejes solo por este callejón,
Si yo te encuentro Tango dormido entre la ausencia,
Yo matare la hiedra de mi desilusión.

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Fabio Antonio Pabón Márquez vive en San Francisco, California, U.S.A. Entre sus pasiones están la poesía, la comida y el tango, no en vano trabajo como chef en esas lejanas tierras.

sábado, 21 de febrero de 2009

Francisco Duque Cadavid


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CARLOS BAHR

Francisco Duque Cadavid
Presidente Academia Colombiana del Tango

Nació en Buenos Aires en la calle Almirante Brown pleno Barrio de la Boca el 15 de Octubre de 1.902 y murió el 23de julio de 1.984
Seudónimos : Alfa , Luke y J. y C.
Su producción autoral fue muy copiosa. Baste señalar que registra en SADAIC ( Sociedad Argentina de Compositores ) mas de ! seiscientos títulos ! Es indudable que una obra de esa magnitud tiene que estar signada por muchos altibajos y que su autor, acuciado por la urgencia con que se le pedían letras, cayó en ciertas chabacanerías que buscaban mas el impacto comercial " Tomá estas monedas ", " La sonrisa de mamá ", " Sepeñoporipitapa ". Pero por encima de esas concesiones, prevaleció la conducta literaria que había exteriorizado con autentico sentido poético y emoción ciudadana en la mayoría de sus títulos que nutrieron su obra de la década del 40.
Su obra letrística va de 1.940 a 1.955, donde aparece lo mas voluminoso , pero ya había asomado en la década del 30 con algunos títulos . Estos fueron algunas de sus obras mas populares.

TITULO GENERO COMPOSITOR
Cada día te extraño más Tango Armando Pontier
Corazón no le hagas caso Tango Armando Pontier
Equipaje Tango Héctor maría artola
Gracias Tango Elías Randall
Humillación Tango Rodolfo Biagi
Mañana iré temprano Tango Enrique Francin
Me están sobrando las penas Tango Argentino Galván- Basso
No te apures cara blanca Tango Roberto Garza
Pecado Bolero Francini- Pontier
Prohibido Tango Manuel Sucher
Soledad la de Barracas Tango Roberto Garza
Una y mil noches Tango Orestes Cuffaro-
A. San Miguel.
Y hay muchos que también alcanzaron la sala de grabación, pero creemos que con los detalles precedentes damos una visión bastante completa de la obra de Carlos Bahr.
También debemos consignar que su bolero " Pecado " tuvo un éxito que traspasó nuestras fronteras, grabado por varios artistas como: Caetano Veloso, María Bethania y los Panchos en sus mejores momentos.
Algo parecido ocurrió con " Prohibido ", interpretado también por varios cantantes latinoamericano
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2º- Informe de la Academia Colombiana del Tango-2.009

miércoles, 11 de febrero de 2009

Jaime Jaramillo Panesso




EL TANGO SERVÍMELO CON VINO

Jaime Jaramillo Panesso

Llegada la noche
Encubierta en generosa
Parla de amigos
Que lucen inteligente gracia
De la sonrisa y abrazo,
Pido la candela en copa,
el fosfórico vino
que viene a la mesa
en las manos Catalinas
de mesera La Dulce,
Lucelly La Limpia y cantora
Del Día y La tarde que me quieras.
Es el Málaga malagoso
Donde habla el sabroso
Destilado de las aguas terciarias de Escocia
O del trapiche de Fredonia.
Corre por entre los dedos de Fidel Restrepo
El sonido acongojado del fueye marcador
Del corazón anchuroso de Guillermo Henao,
Y del jugo salivar de Darío El Ruiz que paga
La cuenta en pesos colombianos.
¿Dónde están las milongas flaculentas y larguiparadas
De Jaime Ríos que dijo traerlas en su canasta ventral?
Sueña el soñador soñoliento de Luciano Londoño
Desde su lejano participio lunfardo con pasante
de guitarra grela y espiantosa.
Porte de pichucada
Y corte de dos por cuatro en la pupila
De César Arteaga.
El olor de comino en el puntiagudo dedo
De Jairo Álvarez que gardelianamente
Se resiste a lamer la cuchara directora
De un vals bajo el cielo de estrellas repujadas.
La ruta del tango es como el río
Que no tiene reversa
Ni fina catrera que retenga
La estirada pierna del arrugado bandoneón
De Alejandra Montoya, sentimental y canyengue.
Nada falta en la cuadrada mesa noctámbula
Y vinícola de la guardia vieja encomendada a José Rúa
El amurado conductor de una cumparsita
Con motor de pimienta y sal,
y el bisturí bohemio y mistongo de Pacho Duque.
Taconeando altivas Lucelly La Limpia, Catalina La Dulce
Y Natalia La Cobra que con sus ojos negros cobra.
Se empinan los codos gomías del Salón
Que Málagamente desparraman el vino
En las papilas de un tango reo.

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Manos en el fuego

Un intelectual al estilo bohemio

Jaime Jaramillo Panesso

Medellín se hizo ciudad en los primeros cincuenta años del siglo pasado. El desarrollo de la economía cafetera, los servicios públicos domiciliarios como la energía eléctrica y el agua, el tranvía y el ferrocarril, los bancos, los talleres y la naciente industria, desbordaron la modorra de la Bella Villa que estuvo en manos de los clérigos, los comerciantes y los mineros. Entraba la modernidad y alrededor de la Gobernación y el Hotel Nutibara, símbolos de la ciudad, los ciudadanos laboraban y, en los espacios para el tinto, el perico y el pandequeso, comentaban los sucesos del día en los cafés y billares. En la esquina diagonal a la entrada de la Gobernación existía una sombrerería donde planchas calientes, hormas de madera y vapor de agua lavaban y moldeaban los sombreros de los varones, prenda común entre los habitantes. De sombrero y chaleco departían, en los bares de la carrera Bolívar, los periodistas y escritores de los diarios de la ciudad, El Correo, El Diario, El Colombiano, El Bateo. Entre ese grupo de personas se destacaron por su pinta y sus gracejos, por sus salidas irreverentes, los poetas populares León Zafir, Tartarín Moreira (seudónimo de Libardo Parra) y el Caratejo Vélez. León Zafir había nacido en Anorí, 1904. Su nombre de combate resulta de leer al revés Rifas Noel. Pero su nombre de pila era Pablo Restrepo López.
León Zafir hizo parte de un conjunto de intelectuales muy ligados al alma popular de la ciudad porque algunos de sus poemas fueron musicalizados como bambucos, pasillos o tangos que cantaron los principales duetos y solistas, bajo la composición musical de Carlos Vieco como en el caso de León Zafir, con títulos tan conocidos como Hacia el Calvario, Cultivando Rosas y Tierra Labrantía. Esas piezas musicales se escuchaban en las serenatas, en la naciente radio y en las cantinas del centro donde se debatían los asuntos del arte y la política, adornados con el aguardiente de caña gorobeta y con músicos trasnochadores. La bohemia signó a los intelectuales de la época que, además, tuvieron diferencias con otros círculos similares o literatos y poetas de distinto talante como León de Greiff.
León Zafir escribió algunos relatos de mitos populares con gracia y buena calidad literaria en un periódico, El Paisa, 1954.- “El Hueso de Gato Negro” es uno de ellos. Un huesito pequeño hizo parte del inventario de elementos que se cargaban en el carriel antioqueño. Se utilizaba para ganar las peleas, enamorar, ocultarse de los enemigos, salir de la cárcel, evitar las serpientes, protegerse de los duendes, los espantos y las ánimas en pena. Se obtenía así: se busca y atrapa un gato negro grande, se mete en un costal y se lo lleva al monte con una olla de aluminio. En agua hirviendo se cocina el gato hasta que no queden sino los huesos. Con los ojos vendados, el interesado va sacando de a uno y grita al viento “¿Este?”. Y una voz le dirá:”Ese no”. Se repite la pregunta hasta que la voz del monte dice: “Ese si es”. Se entierran los demás huesos y el señalado será el amuleto para toda la vida.
León Zafir narró que los secretarios del amor instalaban sus oficinas en las calles y parques de los pueblos. Uno de ellos que se hizo pasar por fraile, Fray Rodrigo Villalobos, se ubicó en la plaza de Cisneros con un aviso de servicios donde se ofrecía para escribir cartas a la amada, a la madre, al preso, al hijo huérfano. Y remataba con esta flamígera invocación: “¡Se incendian corazones! ¡Se apagan volcanes de celos!”. León Zafir murió en 1964.